Uno de los principales retos de cualquier empresa en la actualidad es asegurar su crecimiento y escalabilidad; y para lograrlo la organización en conjunto debe estar capacitada para adaptarse y evolucionar con forme las demandas del mercado en continuo cambio.
Para ayudar a las empresas a lograr estas metas, la Transformación Digital busca mejorar la eficiencia operativa y el desempeño financiero, y así asegurar un modelo eficaz de relación digital en cada uno de los puntos de contacto de la experiencia del cliente.
Esto basado en la premisa de que si una empresa tiene clientes va a tener la oportunidad y el recurso económico para seguir creciendo.
Cuando hablamos sobre Transformación Digital, un gran número de empresas tienden a centrarse en la parte digital, es decir, la tecnología; cuando lo realmente importante es la parte de la transformación.
En la actualidad hay disponibles un gran número de soluciones tecnológicas que prometen facilitar la captura de información y la gestión de actividades. Algunos ejemplos son la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático (ML), el Internet de las cosas (IoT), el Blockchain, la automatización de procesos robóticos (RPA) y la lista puede continuar.
A pesar de estas promesas son muchas las empresas que han incorporado estas herramientas en su día a día y que no han percibido beneficios significativos ni para el trabajo diario, la comunicación o el análisis de los datos.
La realidad es que para que estas plataformas aportes beneficios es importante que la información y los datos que generan estén centralizados y tengan una base de alimentación en común.
Los sistemas ERP son ese el núcleo central y medular de cualquier proyecto de Transformación Digital. Son herramientas integradoras, que tienen la función es ser custodia de todos los procesos y los datos de una empresa.
Una vez almacenada esta información la pone a disposición de las personas interesadas siempre actualizada y en tiempo real, incluso aquellos datos que fueron la generados por otros departamentos.
El propósito de los sistemas ERP es proporcionar una visión unificada de 360 grados sobre una empresa para permitir la toma de decisiones estratégicas.
Estas decisiones no se limitan a solo a las estratégicas, si no para cualquier persona dentro de la organización.
Un ejemplo son aquellas que necesita tomar el área de ventas para aprobar o no el crédito de un cliente, el área de manufactura para determina el volumen de productos que necesitan producir, al área de contabilidad para la aplicación de estrategias que le permitan disminuir el pago de impuestos, el área de compras para negociar mejores precios de compra con los proveedores, son solo algunos ejemplos.
Adicionalmente esta cualidad de los sistemas ERP permite crear y tener análisis sobre cualquier dato para determinar el estado de una empresa sobre valores cuantitativos.
Entonces, la función de un sistema ERP es la de optimizar los procesos comerciales de una empresa, lo que genera múltiples beneficios, desde la disminución de costos de mantenimiento hasta mejorar el desempeño financiero y una mayor satisfacción de los clientes.
La recopilación de datos, la optimización de procesos, la automatización de las tareas diarias que son repetitivas y que no aportan valor a las organizaciones como la redacción de correos electrónicos de facturas electrónicas son algunos ejemplos de esta optimización de procesos comerciales.
Por esta razón los sistemas ERP son el núcleo central de todo proyecto de Transformación Digital.
Son el primer paso para alcanzar esa homogeneidad entre todas y cada una de las diferentes áreas y/o unidades de negocio de una empresa que es fundamental para lograr los verdaderos beneficios, es decir, los objetivos estratégicos y de crecimiento de la empresa.
El reto esta en implementar adecuadamente un sistema ERP y asegurar que al menos el 80% de todas las personas que laboran en la organización lo utilicen para gestionar sus actividades diarias.
Hay que recordar que para que realmente el 80% de las personas lo utilicen es porque se realizó una gestión de cambio exitosa.
Se capacito a las personas, se dio seguimiento para asegurar que realmente se sintieran cómodas con el uso de la herramienta, se escucho sus inquietudes, se les hizo parte del proyecto, se valido que realmente utilizaran la nueva herramienta.
Se trabajo con los procesos para asegurar que la nueva herramienta se ajustara a estos, se busco la manera de optimizarlos para que fueran más eficientes, se busco automatizar aquellas actividades que no aportan valor.
Y al último se configuro la herramienta tecnológica para automatizar los procesos de la empresa y que las personas puedan centrar su atención en actividades de valor que hagan crecer la organización.
En pocas palabras, se inicio el proceso de transformar a la empresa para que pueda realmente mejorar la relación digital en cada uno de los puntos de contacto de la experiencia del cliente.
Como conclusión, antes de pensar en introducir cualquier de las herramientas tecnológicas descritas arriba, es importante asegurarse de que el sistema ERP de la organización este correctamente implementado y sea la fuente de información de toda la empresa.
Así cualquiera de las otras plataformas que se implementen van a darle a la empresa esta ventaja competitiva necesaria para adelantarse a las necesidades del mercado, asegura la confianza de los clientes y asegurar su crecimiento.
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